Señor, escucha mi voz por la mañana. Cada mañana te presento mis peticiones y espero con ansias.
—Salmo 5:3
De alguna manera, en nuestra mente, pensamos que la oración es poner a Dios en el camino que queremos. Tendemos a orar de esta manera: “Señor, esto es lo que quiero que hagas. Necesito que hagas esto”. Pero la oración no es eso. La oración es ponernos en el camino de Dios.
La oración no consiste en conseguir que Dios haga lo que queremos que Él haga, sino en conseguir que nosotros hagamos lo que Dios quiere que hagamos. No consiste en conseguir que se cumpla nuestra voluntad en el cielo, sino en conseguir que se cumpla la voluntad de Dios en la tierra. Por tanto, si quieres que tus oraciones sean respondidas afirmativamente, entonces alinea tu voluntad con la voluntad de Dios.
La razón por la que David podía orar con la valentía que vemos en sus salmos es que estaba seguro de que estaba orando conforme a la voluntad de Dios, y se estaba tomando una gran libertad.
¿Significa esto que Dios sólo responderá las oraciones que Él inspira? Sí. Por lo tanto, debemos ser más sabios, alinearnos y hacerlo a la manera de Dios.
Jesús dijo: “Pero si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, podrán pedir todo lo que quieran, y se les concederá” (Juan 15:7 NTV). En esencia, Jesús estaba diciendo: “Si logran que su voluntad esté en sintonía con la Mía, y Mi Palabra se manifiesta en ustedes, todo lo que pidan lo recibirán porque estarán orando conforme a Mi voluntad”.
Se podría decir que este es el secreto para que tus oraciones sean respondidas: orar según la voluntad de Dios.
David tenía una relación con Dios y tenía claras sus prioridades. Observa el versículo 3 del Salmo 5: “Señor, escucha mi voz por la mañana. Cada mañana te presento mis peticiones y espero con ansias” (NTV).
Él llevó sus peticiones a Dios por la mañana. Él volvió su corazón hacia el Señor por la mañana. Y allí es donde nosotros también deberíamos volver nuestros corazones.
En la oración de David en el Salmo 5 también notamos que tenía una verdadera carga. Dijo: “Presta atención a mi gemido” (versículo 1 NTV). O, como dice la Nueva Versión King James: “Considera mi meditación”.
El hebreo original alude a una oración no pronunciada, al dolor, al anhelo y al anhelo del ser más íntimo. En esencia, David estaba diciendo: “Consideren mi anhelo. Consideren mi corazón dolorido y lo que está sucediendo en lo más profundo de mí”.
A veces no sabemos cómo orar ni qué decir. Por ejemplo, nos despertamos en mitad de la noche pensando en un familiar o un amigo cercano. Tenemos alguna situación en el corazón y no sabemos realmente qué orar. Entonces decimos: “Señor, no tengo las palabras. Solo oro por ellos”.
Esa puede ser una de las oraciones más poderosas que podamos hacer. A veces, una buena oración es un gemido. Pensamos equivocadamente que nuestras oraciones deben ser largas y floridas. Pero una oración sencilla, un anhelo del corazón, puede ser una oración inspirada por Dios.