Dios bendice a los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
—Mateo 5:6
La Biblia ofrece una visión de la felicidad completamente diferente a la que ofrece este mundo. Según las Escrituras, la felicidad nunca es algo que debamos buscar directamente, sino que siempre es algo que nos lleva a buscar algo más.
Si buscamos la santidad, encontraremos la felicidad.
Jesús dijo: “Dios bendice a los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados” (Mateo 5:6 NTV). Si alineamos nuestra voluntad con la de Dios, el resto de nuestra vida encontrará el equilibrio adecuado.
La Biblia usa las palabras feliz y bendecido Esta clase de felicidad no se basa en las circunstancias, sino en una experiencia profunda y sobrenatural de satisfacción que surge cuando nuestra vida está en armonía con Dios.
Ahora bien, esto es lo opuesto a la sabiduría popular, que esencialmente dice que para ser felices debemos hacer esto o tener aquello.
Pero en el Salmo 1 encontramos la descripción que Dios hace de una persona feliz: “¡Qué alegría la de quienes no siguen el consejo de los malvados, ni se juntan con los pecadores ni se juntan con los escarnecedores, sino que se deleitan en la ley del Señor, meditando en ella día y noche! Son como árboles plantados a la orilla de un río, que dan fruto en cada estación; sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen” (versículos 1-3 NTV).
Observe que este salmo comienza con un pensamiento negativo, no positivo. Dios nos dice lo que debemos hacer. no Antes de que Él nos diga lo que debemos hacer, nos advierte de ciertas cosas que pueden ser peligrosas para nosotros espiritualmente, ciertas cosas que debemos evitar.
Si queremos ser verdaderamente felices, si queremos florecer, Dios nos dice qué será venenoso, destructivo y contraproducente. Por eso, debemos cuidarnos de las cosas que nos harán daño.
Vivimos en una época en la que parece que todo el mundo cuida su peso. Y, por supuesto, a medida que pasan los años, algunos de nosotros tenemos que cuidar más nuestro peso. Nos damos cuenta de cosas que hay en nuestra comida, como las calorías, las grasas y los carbohidratos. Nos preocupan cosas como esas porque no queremos engordar.
De la misma manera, queremos evitar las cosas que podrían obstaculizar nuestro crecimiento como seguidores de Cristo. Hay cosas en las que podemos involucrarnos, cosas que podemos hacer, que podrían ser perjudiciales para nosotros espiritualmente. Podrían impedirnos vivir la vida que Dios quiere que vivamos.
He aquí una sencilla prueba de fuego que se puede aplicar. Pregúntese: “Esto que estoy a punto de hacer, ¿me edifica espiritualmente? ¿Promueve el crecimiento del carácter cristiano? ¿Es espiritualmente constructivo?”
Puede haber cosas en nuestra vida que nos desanimen espiritualmente porque nos alejan del pueblo de Dios o apagan nuestro hambre por la Palabra de Dios. Cualquier cosa que nos aleje de la comunión cristiana, que apague nuestro deseo de orar, que nos quite el apetito por el estudio de la Biblia o que haga que este mundo parezca más atractivo es algo para lo que no tenemos tiempo.